Se marcha nuestro Papa de los Cinco Anillos

Se marcha nuestro Papa de los Cinco Anillos

Se va Samaranch. En Moscú, para él tierra amiga. Allí remató su larguísima carrera a la Presidencia del COI, y allí entrega el testigo después de unos años en los que ha cambiado notablemente, y para bien, el papel del olimpismo en nuestra sociedad. De camino, trajo unos Juegos Olímpicos a nuestro país, a su ciudad, Barcelona. Unos bellos juegos, que sirvieron para limar desconfianzas entre Cataluña y el resto de España, y también para exportar al mundo nuestra imagen de país nuevo, rehabilitado por la democracia, rejuvenecido y con un Rey con buen vahío.

De su largo mandato quedan varios logros decisivos. Con él se acabaron los boicoteos, que tanto hicieron sufrir al olimpismo en la época inmediatamente anterior. África Negra en Montreal, los países de la OTAN (y amigos como Australia y Nueva Zelanda) en Moscú, el bloque de países socialistas del Este en Los Ángeles... Con Samaranch no ha habido más que las ausencias de Cuba, que forman parte del inevitable folklore castrista. Y también ha acabado con el equívoco del amateurismo. Todos profesionales, que corra el dinero. Puerta abierta a la sponsorización, fuera caretas, fuera sanciones absurdas al que enseñaba una zapatillas en el podio.

En los últimos años salvó la cara en el problema de las corruptelillas a la hora de elegir sede, plato codiciado desde que con su fórmula organizar unos JJ OO pasó a ser garantía de grandes ingresos. Ese de la corrupción también es un problema que, al menos en apariencia, puede decir que quedó resuelto. Sólo se le ha atragantado el doping. Ahí todavía no hay solución convincente. Sólo chivos expiatorios cada poco. Esa tarea queda para el sucesor.