El Príncipe de Egipto

El Príncipe de Egipto

Hubo un tiempo en el que Egipto era principal punto de referencia para soñadores, aventureros y gentes interesadas por desentrañar los misterios de un país con mucho pasado y poco futuro. Las pirámides, Cleopatra y los secretos que los faraones se llevaron a sus sarcófagos han bastado para promocionar el nombre de Egipto por todo el mundo. Pero si quitamos los atentados del integrismo islámico y las últimas incursiones cinematográficas de la industria de Hollywood por la tierra de Nefertiti y Tutankhamon, poco de nuevo se ha registrado por allí.

El Real Madrid es como una ONG. Allá por donde va unifica las voluntades y las ilusiones de millones de personas, que encuentran en la llegada del rey de Europa la excusa perfecta para olvidarse de sus frustraciones y de sus problemas ineludibles en una economía de bajo consumo y reducida renta per cápita. La aparición en El Cairo de los faraones blancos (Zidane, Figo, Raúl, Roberto Carlos...) ha revolucionado las alarmas de un país que no tiene ojos ni oídos en las últimas horas para otras cosa que no sea el partido de mañana entre el Real Madrid y el Al Ahly. La presencia de un futbolista con sangre árabe en sus venas ayudará al desarrollo y expansión de la marca del Real Madrid por el norte de Africa. El Magreb es blanco gracias a Zizou. Buen fichaje y 300 kilos a la caja.

Durante las próximas 48 horas, el Madrid será el verdadero Príncipe de Egipto. De la simpatía que irradien los jugadores y los embajadores enviados a la aventura (Di Stéfano, Butragueño y Amancio harán de Florentino y Valdano), además del buen juego que mañana desplieguen ZZ, Figo y compañía, dependerá el rumbo que tome el nuevo Madrid del siglo XXI, el Madrid de la modernidad y de la expansión comercial por todo el planeta. El Real Madrid es un club centenario y con Historia. Por eso llega a Egipto respetando la máxima que hace dos siglos hizo célebre un paisano de Zidane, Napoleón Bonaparte: "2.000 años nos contemplan...".