El enigma de Figo

El enigma de Figo

Arrancó la pretemporada quedando eclipsado en Lausana, quizás por el circo mediático creado en torno al debut de Zidane con la camiseta blanca. El verano continuó su paso derritiendo las esperanzas que todos guardábamos de ver resucitado a Figo. Nos hemos estrellado con su peor versión en el momento en el que el Madrid más le necesita. En un equipo con tantos gallos no es bueno que ninguno desafine porque más de uno se va a quedar dormido y sin tiempo para recuperar el tiempo perdido.

De Figo sabemos que no es nada dudoso, por actitud y por calidad. Pero desde que llegó el huracán Zizou parece extraviado, sin sitio fijo en el dibujo táctico de Del Bosque y, lo que es peor, ha perdido por completo la inspiración y el acierto. No se marcha en el uno contrato uno, no desborda, no lanza sus geniales roscas desde la línea de fondo, no impone, no ve puerta, no brilla como el crack que todos sabemos que es.

Que Figo acabase expulsado no es una casualidad. Empezó el partido desterrado en su banda mala, la izquierda, donde entorpeció las apariciones supersónicas de Roberto Carlos. Luego se pasó el encuentro pegándose con Carboni y con López Nieto. Ese cabreo permanente es síntoma de impotencia. Quiere, no puede. Se enfada, suelta la pierna y acaba en la ducha. Despierta Luis.