Los trials de atletismo y natación que se celebran en Estados Unidos nos muestran las dos caras de estos dos deportes. En el atletismo asistimos al declive de las grandes figuras estadounidenses. Marion Jones salta un metro menos y ha perdido casi medio segundo de velocidad. Pese a que aún se encuentra en edad competitiva (29 años), el año pasado tuvo un niño y la inactividad se tiene que notar. Pero su marido, Montgomery, tiene la misma edad de merecer que ella, no sufrió las consecuencias del parto y tampoco corre ya como antes. La regresión que sufren más bien podría achacarse a que han tenido que poner fin a sus presuntas relaciones con el laboratorio Balco, cuyo escándalo se llevó por delante a otros atletas.

Esta regresión del atletismo estadounidense, y mundial en general, contrasta con el continuo avance de la natación. Récords no establecen sólo Thorpe o Phels. Ayer mismo hubo dos: de Beard y de Peirsol. Sólo este año van 8 en piscina larga y 12 en corta. Se mira la tabla de récords mundiales de natación y aparecen 34 desde 2000; en la de atletismo, 14. Del doping de Estado de los años 80 aún permanecen vigentes 15 récords mundiales en atletismo; en natación, 4. La mayoría fueron batidos por nadadores/as que, según el resultado de los controles, van limpios. Nadie puede decir lo contrario; tampoco nadie puede negar que sería deseable que la natación se uniera a la cruzada contra el doping. Por si acaso.