Sorpresa: ganaron los buenos

Sorpresa: ganaron los buenos

Entiendo la pataleta de Pesquera (fastidia mucho que te pisen cuando has caído), pero no creo que hubiese ánimo de ofensa ni humillación en Larry Brown. Para España habían acabado los Juegos, pero Brown pensaba ya en futuras situaciones límite. Entiendo, también, algunas protestas a los arbitros (nos pusieron una zancadilla involuntaria cuando entrábamos resoplando en la última recta), pero ni decidieron ni nos maltrataron. Entiendo, incluso, que hubiese esperanzas de milagrito en los aficionados. Pero no entiendo, eso no, que alguien se sorprenda por el triunfo de Estados Unidos. Nunca es extraño que gane el mejor, aunque haya tenido un par de fallos previos, o se enfrente al equipo revelación del certamen, en este caso el nuestro. Cuando un país ha ganado 14 medallas (12 de oro, una de plata, una de bronce) en sus 14 participaciones olímpicas es evidente que merece el calificativo de gran potencia.

Hay, además, una circunstancia clave: la llegada del tiempo de playoff. Para los jugadores NBA, tiempo de playoff, tiempo de eliminatorias, es la hora de la verdad, el momento en multiplicar el rendimiento. Para los europeos (o los españoles, al menos), tiempo de playoff equivale a nervios, incertidumbre, desconfianza. Gasol, nuestro embajador en la NBA, hizo un partidazo, pero Estados Unidos tiene once genuinos representantes de la mejor Liga del mundo, así que llevaba ventaja. En esas circunstancias no les extrañe que Marbury, que estaba en 2/16 triples (12,5 %) en los cinco partidos previos, nos fulminase ayer con 6/9 (66,6 %). O que todo el equipo americano, que estaba en 21/89 desde el perímetro, redondease ante España un impecable 12/22. Les ha faltado tiempo de preparación para conjuntarse y quizá son inferiores en táctica, pero uno a uno son mejores. Doce grandes atletas negros..