Me mojo: el Madrid irá a Estambul

Me mojo: el Madrid irá a Estambul

La vida te enseña, a base de arañar tu orgullo y mancillar tu credibilidad, a ser más cauto y no mojarte ni debajo de la ducha. Pero me parieron en la tierra del Quijote, tipo admirable que demostró que los sueños y la realidad pueden cabalgar de la mano siempre que tu corazón esté limpio de prejuicios. Les podría decir que, visto lo visto, este Madrid es capaz de estrellarse hasta con el Roma B (lees su once titular y fijo que el Cádiz de Oli los tumbaría), del que sólo reconozco a Marco Delvecchio. Un delantero larguirucho que las enchufa estilo Salinas. Ojo con él.

Pero considero necesario darle crédito a una generación fabulosa de futbolistas que durante los últimos seis años ha convertido al madridista en un vecino envidiado por el resto del barrio. Han caído tres Copas de Europa y dos Intercontinentales. El gol de Zidane en Glasgow está considerado como la octava maravilla del mundo y no olvidemos que Raúl, Roberto Carlos, Guti y Morientes ya estaban en Amsterdam 98 levantando el Santo Grial ideado por Bernabéu. El Madrid y la Copa de Europa son un matrimonio de conveniencia. Si quedase eliminado, las audiencias se hundirían y esta competición dejaría de tener sentido. Me niego.

Por eso me veo obligado a dar un paso adelante y mojarme. En la final de la Séptima gané siete apuestas (la mayoría gastronómicas, yo no sé jugarme el dinero) porque supe que el mito del Real hundiría a la Juve de Zizou, Davids y Del Piero. En París, más de lo mismo. Mucha naranja mecánica y mucha leche migada. 3-0, exhibición de Raúl y otra más al bote. En Hampden Park llegó un Madrid con la cornada sangrante del Centenariazo y respondió a lo grande con Merlín Zinedine dando un magisterio de fútbol y orfebrería en el remate. Y todos estarán esta noche en el desierto ambiental del Olímpico. Creo en ellos. Llegarán a la final de Estambul. 25 de mayo. Queda escrito.