Triunfó la rebelión exquisita

Triunfó la rebelión exquisita

Escuchar al pueblo es un ejercicio de democracia muy saludable (el único posible, por cierto) y los aficionados del Real Madrid habían expresado su voluntad de que Solari siguiera en el club. Por eso ha sido un acierto su renovación y un golpe de efecto hacerla pública a las doce de la noche, en la primera emisión en abierto de Realmadrid TV, cuya nueva cobertura había sido presentada horas antes. Ni un solo reproche, tampoco en el montante de la operación (sueldo semi galáctico), pues Solari es mucho más que un suplente y equivale a lo que en baloncesto se conoce como el sexto hombre, el primer recambio de la estrella, el as en la manga. Decían de Barbra Streissand (creo) que no estaba claro si era la más fea de las guapas o la más guapa de las feas y ese territorio fronterizo es el que ocupa Solari cuando hablamos de titularidad o banquillo en el Real Madrid.

Pero el mérito de Solari no es sólo ser un buen futbolista polivalente (que también), sino su actitud de exquisita rebelión ante la suplencia, ni una palabra fuera de lugar ni un mal gesto en público, jamás los brazos caídos. Como ya se vio, el Bernabéu premia a los jugadores así. Y esa forma de comportarse proseguirá tras una renovación que, curiosamente, sólo le asegura un puesto en el banquillo. No debe ser fácil renunciar a otras posibilidades (Manchester, Barça...) y a otras situaciones que pudieran ser de mayor privilegio. Es muy raro encontrar a un futbolista que asuma sus condiciones y su lugar, porque casi todos se creen los mejores del planeta y merecedores de la titularidad indiscutible. También es extraño encontrar a un futbolista que quiera vivir en el centro de Madrid para estar cerca del Museo del Prado. Los próximos cuatro años, Solari lo seguirá estando.