Una comida con Vanderlei da para mucho. Dos días después, les rescato un episodio muy interesante. Hablando de Ronaldo, al que quiere convertir el año que viene en el megacrack de Alemania 2006, se subió a la máquina del tiempo y rescatamos el depremundial de España 82. De los nuestros, mejor ni hablamos. Pero Brasil era la pureza, el fútbol recién salido del horno, la técnica al servicio del hombre. Nueve héroes de aquella canarinha de Tele Santana: Sócrates, Leandro, Junior, Toninho Cerezo, Luisinho, Oscar, Falcao, Zico y Eder. Todos parecían salidos de una fábrica de talentos. No corrían, se deslizaban. Máquina total. Pero tenían un portero de Carnaval, Valdir Peres (alopécico él), y un torpe delantero centro, Serginho, que era un triste troncomóvil con botas.

Italia, tirando de los goles de Rossi (hat-trick) y de las paradas de Zoff, los noqueó en Sarriá en una tarde de calor y depresión popular (5-7-82). Venció el acorazado italiano (3-2) por el simple hecho de tener un gran portero y un nueve de categoría. Brasil tenía la mejor pólvora, pero carecía del tipo que encendiese la mecha. Y eso es Ronaldo para el Madrid. Matador. Ganador. Goleador. Por eso, Vanderlei le ha picado. Dos añitos más en el infierno del sacrificio y hasta el mito de Pelé correrá peligro. Hoy vuelve Ronie. El Corcovado del fútbol. Maravilhoso.