Fue en un lugar de La Mancha...

Fue en un lugar de La Mancha...

Fue la comida más feliz de mis (casi) 40 años de existencia. Sábado de Carnaval. Tres de la tarde. Restaurante El Jabalí. Herencia. Ciudad Real. Cuna del mejor balonmano de España. A mucha honra. Las diez mesas del local estaban abarrotadas de seres disfrazados, pero con el corazón al descubierto. Una voz reclama al camarero: "Oiga, encienda la tele que juega España con Túnez". Cerca del descanso íbamos uno abajo (12-13), pero la raza y los goles de Entrerríos y Uríos (ambos héroes del equipo de la región) pusieron al restaurante en órbita.

Mientras degustábamos las gachas manchegas (irrenunciables) y los Duelos y Quebrantos, las paradas de Barrufet empezaron a celebrarse como las de Iker ante Irlanda en el Mundial de Corea, y los zarpazos de Garralda como aquel triunfo histórico de España ante la Yugoslavia de Petrovic en los Juegos de Los Ángeles 84. Miré a mi alrededor y vi a 70 personas de pie, olvidándose de su disfraz y de su plato. Gritaban y se abrazaban emocionados. La Mancha es grande y el balonmano también. La victoria ante Túnez parece un homenaje al Quijote en su cuarto Centenario. Sólo queda la Croacia de mi idolatrado Suker. ¡A por ellos!