El último reto del Maestro

El último reto del Maestro

En Turín existe un coqueto restaurante, Da Angelino, donde todavía se venera a Zidane como si aún fuese compañero de Del Piero y Montero. Lógico. Sólo los más grandes dejan huella. Pero ese fue el gran problema de ZZ hace dos años. Aquella eliminatoria de triste recuerdo dejó a Zizou sin arte ni parte. Se obsesionó por rebuscar en sus sentimientos, quiso abrazarse sin ira a su pasado y el Madrid fue el que pagó su factura. El marsellés quiere quitarse esa dolorosa espina. Confío ciegamente en él para este doble asalto que huele a todo o nada. Se miden dos gigantes que comparecen a la cita del 22-F con el rostro magullado. La Juve ha tirado por la borda una ventaja de ocho puntos sobre el Milán y el Madrid ha visto interrumpida su luna de miel con los resultados justo después de la boda virtual de Ronie.

Zidane fue uno de los grandes ausentes del aberrante once inicial ante el Athletic y ello alteró un dibujo táctico en el que Solari y Guti entraron con calzador y jugaron desubicados. Pero mañana volverá la cordura en una noche grande. Zidane, titular. Alivio. Bueno para el Madrid. El Maestro está picado, quiere demostrar ante sus ex que este muerto de 32 años está muy vivo y estoy convencido de que va a sacar ante el timorato equipo de Capello la partitura del buen gusto, los caños, los controles orientados y las roulettes. Zidane es el rey de la Novena y no se irá del fútbol sin coronarse con la Décima posándola encima de su despoblada coronilla. Después podrá convocarnos a los periodistas, dar la mano a Florentino agradeciendo los servicios prestados y anunciar su adiós con la conciencia tranquila.