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El Madrid vuelve a hacer la goma, pero...

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Rijkaard tomó demasiados riesgos al rotar ante el Espanyol, quizá pensando que las ausencias de Pochettino, Iván de laPeña y Tamudo debilitaban mucho al rival, y se equivocó. Malogró medio partido con eso. El otro medio, con Kameni agrandado, no le valió. Y su empate vuelve a meter en carrera al Madrid, que se ve a seis puntos, una distancia de dos partidos, uno de ellos en el Bernabéu. Se ve a seis puntos porque resolvió la visita del Betis con un primer tiempo en el que Casillas estuvo excepcional y en el que cazó dos goles con poco mérito. Pero la victoria dejó dos daños que pueden ser serios para el futuro: la lesión de Casillas y el divorcio Bernabéu-Ronie.

Lo primero no debería ser muy grave si se piensa que César sigue en buen uso. Respondió. Pero es que los milagros de Casillas no están al alcance de César ni de nadie. Él le permite al equipo sostenerse a flote en situaciones imposibles y la idea de que pueda faltar en Turín para dejar su puesto a un portero simplemente bueno, resulta inquietante. Pero más alcance tiene aún lo de Ronaldo, que lleva cincuenta días sin marcar y del que el Bernabéu se ha hartado ya. Aunque estuvo en lo suyo y rozó el gol varias veces, empezaron a caerle pitadas. Se puso nervioso y fallón y las pitadas fueron a más. Cuando pedíamos alegría y paz para Ronaldo llegó lo contrario.

Resaca de la boda, pienso yo. O de los días siguientes. El Bernabéu pagó lo de Roberto Carlos porque le consideró desagradecido con Camacho; éste forzó para que le renovaran y Roberto Carlos se lo devolvió con malas declaraciones. Ahora el club le ha permitido a Ronaldo la inconveniencia del sucedáneo de boda en Chantilly y él, en lugar de corresponder con una actitud mejor, regresó tarde el primer día, se fumó el entrenamiento el día siguiente, alteró la presentación del libro de Florentino y finalmente se quejó de la multa. Demasiadas cosas para quien camina hacia su segundo mes sin hacer un gol. Y el público del Bernabéu lo hizo notar.