Nadie le ha regalado nada

Nadie le ha regalado nada

Sergio Barbosa Valente no tenía mucha pinta de jugador cuando se topó con el fútbol callejero en las ruas portuguesas. Gordito y de media estatura, pero con una zurda descomunal, pronto empezaron a compararlo con la estrella local, un mítico delantero que tuvo el Oporto. Su nombre era Duda. Allí, en Oporto, comenzó a tejer su historia a base de goles para el Vitoria de Guimaraes. Su zurda terminó por abrirle las puertas del Cádiz. Tenía sólo 19 años y a Chico Linares nunca le entró por los ojos. Lo dejó sin ficha media temporada. Fue un año para engancharse al "flamenquito bueno". Nadie le regaló nada. Al año siguiente, hizo 20 goles con Carlos Orúe en el banquillo. El presidente amarillo, Antonio Muñoz, se rasgaba las vestiduras: el Málaga ya lo había fichado.

Nunca llegaría a enamorar a Peiró pese a que en su debut marcó un golazo de falta al Espanyol. Se arraigó en la grada la idea de que era un futbolista sin sangre. Ni siquiera en el Levante halló su sitio, siempre ocupado por Jofre, cuando fue cedido hace un par de años. Pero llegó Juande y Duda empezó a jugar al billar con un balón de fútbol. Máximo asistente (7) y cuatro goles para su currículo. Alguien se equivocó al no darle antes una oportunidad. Y esa es la mano que le tiende el Atleti, que lleva diez años sin bandas. No se equivoca. Duda es más que Musampa.