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Villar se encierra y tira la llave

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Villar ha roto con el mundo y ha escenificado esa ruptura en una asamblea patética, en la que rodeado de sus aduladores lanzó invectivas contra la Administración, contra la Liga de Fútbol Profesional y contra los medios de comunicación que entiende le han perseguido. Ocultó la auditoría del ejercicio pasado, que refleja un desfase de ocho millones, negó la palabra a los dos representantes del Consejo que solicitaron intervenir y sacó adelante sus cuentas con la abrumadora mayoría de la asamblea, ese grupo de gentes que le votó hace pocos meses y que ayer, en un ejercicio de responsabilidad parecido al de aquel día, le dijo que sí a los números sin mirarlos.

Total, a ellos, ¿qué más les da? Ellos piensan seguir yendo y viniendo y disfrutando de las prebendas de su posición, que defendieron como legión de gatos panza arriba en las últimas elecciones. Pero ya no estoy seguro de que el momio les dure tanto. La subvención del CSD (que, por cierto, señor Villar, le fue a usted retenida por Gómez Angulo durante el mandato del PP, no se signifique como perseguido político) no va a volver. Los ingresos propios de la Federación disminuyen sin la presencia de Gerardo González, que movía aquella casa mejor de lo que la puedan mover los que se han quedado. Los gastos abruman a la Federación y acabarán ahogándola.

En el fondo Villar lo sabe, y de ahí su rabiosa y patética acometida contra sus enemigos figurados. Pero su enemigo real lo tenía, paradójicamente, sentado a la derecha. Fue Juan Padrón, con sus abusos que alcanzaron lo indisimulable, quien dio lugar a este desastre que tiene a la cúpula federativa en los juzgados y a la propia Federación sin fondos. La cobardía moral de Villar para enfrentarse a este personaje y prescindir de él le ha llevado a una espiral de errores y cabezonerías que culminó ayer. Con el apoyo, eso sí, de una corte de aprovechados que van a chupar de la teta mientras quede algo, pero que le darán la espalda cuando vean que ya no hay gota de leche que mamar.