Pesadillas veraniegas

Pesadillas veraniegas

Menudo verano de sustos. Un Atlético sin películas, aunque con Bianchi en el banquillo. Un Cerezo rechazando millonadas por sus futbolistas, fichando estrellas y, mientras, otros con culebrones playeros y buscando dinero en Italia e Inglaterra para cerrar su proyecto. Un Calderón que se engalanaba para recibir a los míticos U2 y otros de caza por el país de Alicia para reforzar su economía. ¡No me lo podía creer! En la tumbona hacía uso del móvil para saber si había gato encerrado. Si hasta me deleitaba viendo que el presidente rojiblanco tenía en Ibiza un barco más bonito y atractivo que otro que está en Mallorca. Hasta mi mujer me tenía que despertar en estado febril, ya que tenía alucinaciones soñando con otro doblete.

Al llegar a Madrid me vengo arriba. Voy al cine y la Superpelícula no está entre las veinte más taquilleras. Saco pecho cuando el Consejo rojiblanco resiste una oferta de 45 millones de euros por Fernando Torres y, encima, nos prometen a Mascherano para diciembre. Me doy cuenta de que no son pesadillas y que mi gente atlética vuelve a creer y que se cierra el cupo de nuevos abonados al llegar a los 45.000. Incluso me doy el gustazo de disfrutar ante el Zaragoza de una primera parte de fútbol de alta escuela, que está al alcance de unos pocos y, por supuesto, lejos del mostrado por el vecino. Como fin de fiesta me encuentro con gente como Zahínos, Arizmendi o Braulio, que da lustre a nuestra cantera. No podrán con mi ilusión.