Nací y viví muchos años en el mundo futbolístico cuando las líneas de ataque estaban compuestas por cinco delanteros. Se hablaba de los stukas, las eléctricas, la de seda o la de cristal... Generalmente el hombre gol era el delantero centro aunque a su lado figurasen otros hombres capaces de estar entre los mejores artilleros del equipo. La evolución de las tácticas ha dejado reducida la línea delantera a un personaje solitario y a un acompañante denominado mediapunta. Antaño era distinto. Había extremos o interiores como Gorostiza, Herrerita, Campos, Panizo, Epi, Arza, Basora... y más tarde Luis, Amancio, Uriarte, Rexach, con una capacidad goleadora capaz de competir o complementar a los máximos arietes de sus respectivos equipos. Junto a los Bata, Lángara, Mundo, Zarra, César, Pahíño, Gárate, Quini o Hugo Sánchez aparecían los nombres de 'pichichis' que no eran los típicos arietes.

Para mí la pareja más letal fue la formada por Di Stéfano y Puskas, que se compenetraban a la perfección, pero hubo otras que tuvieron sus grandes momentos triunfales. Independientemente de los fríos números, Bata y Gorostiza, Lángara y Herrerita, Pruden y Campos, Mundo y Epi, Zarra y Panizo, César y Kubala, fueron magníficas parejas goleadoras, antes que la formada por el argentino y el húngaro. En en estos momentos, son los barcelonistas Etoo y Ronaldinho los que forman el dúo más efectivo y brillante de nuestro fútbol, sucediendo a Evaristo-Martínez, Gárate-Luis, Amancio-Santillana, Quini-Maradona, Hugo-Butragueño y Raúl-Ronaldo.