Y 140 días perdidos en el camino

Y 140 días perdidos en el camino

Duda vuelve a jugar. 140 días después, llega una decisión lúcida a La Rosaleda. El mundo vuelve estar en su sitio, la lógica impera. Parece imposible que un jugador pueda ganarle un pulso a un club de Primera, pero resulta un juego de niños cuando se ampara en la razón. El mérito de Duda, futbolista sin tirón mediático, incluso misántropo, ha sido demostrar personalidad. Denunció amenazas: "No jugará si no renueva". Ofensas: "Su actitud es poco inteligente". Y mofas: "Sólo lo veréis de blanquiazul en fotos". Pero finalmente Duda jugará sin renovar, ha demostrado que algunos se pasaron de listos y la persona que anunció que sólo aparecería en el recuerdo, es también quien ahora está obligado (o gustoso) de alinearlo para potenciar las opciones de salvación del Málaga. Pero hacen bien. El orgullo habría sido ahora el peor de los pecados. Es preferible envainársela. Porque nunca tuvieron razón. Bastante daño hicieron ya al equipo. Díganselo a Tapia.

Pero la solución a un conflicto descubre otro: el excedente de zurdos en la plantilla. O más allá, la ausencia de una planificación meditada, de un plan de choque para evitar situaciones como la actual, en la que un club en quiebra ha utilizado ya a casi 30 jugadores, no halla soluciones en el filial y sobrevive colindando con el descenso. Situaciones que deben cimentar un futuro más halagüeño. Errores que no deben volver a producirse. Al fútbol juegan los buenos. Y Duda nunca fue el malo de esta película.