Cuando el fútbol no es un negocio

Cuando el fútbol no es un negocio

Hay ocasiones en las que el deporte rey también pertenece a los mendigos. A los clubes que no viven al abrazo de portadas y contratos televisivos. Al maltratado fútbol femenino. Es curioso encontrar entre ellas, las mujeres, una huella de que este deporte no siempre es un negocio. Virginia Jiménez Chispa, la niña de Igualeja, es todo menos un fichaje mediático, no vende camisetas ni ha catapultado a la fama al club que la fichó, el CD Guadalajara, que, en realidad, está preparando las maletas para descender de categoría. Su beneficio es humano. Virginia ha vuelto a retomar sus estudios de ESO gracias al fútbol porque ese fue el acuerdo al que llegó con Sebastián Nuero, director de fútbol base de la entidad. Chispa sigue creciendo, lucha por hacerse un hueco en una categoría gobernada por jugadores de mayor edad, y cada vez que golpea la pelota, hace realidad un sueño del que ni su maltrecha condición económica ni el mismísimo Joseph Blatter le quiso privar. Y al Guadalajara le pagan con la mejor moneda: su sonrisa.

Y no lo ha pasado bien. Virginia es sincera y reconoce que vivir las Américas y apartarse de la cotidianeidad de una vida fácil no ha sido un paso a la ligera, sino un sacrificio. Vive lejos de casa, de sus padres, pero hay sueños que merecen la pena. Y también un reconocimiento. La Federación Andaluza de la Prensa Deportiva le entregó un galardón por su actitud pionera, por derribar diques en el fútbol. Un deporte que, a veces, no es un negocio.