Me imagino que Flavio Briatore ya tiene claro desde ayer quién es el piloto número uno de Renault. Esa terrible empanada mental que invadió la cabeza de nuestro admirado playboy de querer promocionar a Fisichella como futuro campeón del mundo se diluyó antes de comenzar la carrera, cuando el italiano caló su coche cual novato y tuvo que salir último. Aspirar al título le ha pesado mucho (Briatore, te has confundido). Una responsabilidad que está machacando la carrera de Jenson Button. Él logró el trofeo honorífico de mejor amigo de sus rivales, nunca he visto a un piloto que oponga menos resistencia a que le pasen. Como nunca había visto hacer un trompo en la vuelta de calentamiento, la verdad que me quedo con el Montoya de 2005 a éste tan manso.

Los otros rivales de Fernando Alonso no tuvieron mejor suerte. Raikkonen, el finlandés gafe, estuvo muy irregular al parecer por un fallo en el alerón delantero de su McLaren, aunque no creo que esa irregularidad fuera la culpable de que el asturiano se la pegase las cuatro veces que salió el safety car, y los Ferrari sólo destacaron por los mamporrazos que se dieron. El pequeñín de los Schumacher y Heidfeld (extraordinario el BMW) no cuentan. Total, que Alonso después de tres carreras dobla en puntos al segundo y al tercero y todo pinta a que el próximo año un McLaren va a llevar el número uno. Este décimo triunfo del campeón del mundo ha sido de largo el más fácil de todos los que ha conseguido. Mil gracias a los Fisichella, Raikkonen, Schumacher y compañía.