Le pagan por jugar, no por hablar

Le pagan por jugar, no por hablar

Román tiene razón. Hay mucha gente en su país -también alguno aquí- con el hacha afilada esperándole tras la puerta. Tanto es así que esta vez, aun cuando había seguido todos los pasos que debía dar para que su actuación fuera correcta, ha sido puesto en tela de juicio en la prensa argentina. Lo raro es que no hayan hecho más sangre con el fallo del penalti contra el Arsenal, por el que podían haberle crucificado injustamente. El caso es que, desde que Riquelme no apareció por la concentración de Argentina en Madrid, a alguno se le encendió la "bombillita" de las ideas y le dio por asociar las ausencias de Riquelme y Aimar. Pero una cosa es que sean amigos y otra muy distinta es que Riquelme decidiera tomarse la justicia por su mano.

De todas formas, esto tiene de fondo la mala relación que Román mantiene con la mayoría de medios de comunicación. Que no es un tipo fácil para la prensa está claro: no le gusta hablar demasiado y tiene claro que es amigo de sus amigos, pero no de los que siguen su trabajo desde la grada. Y eso es algo que deberían aprender a respetar algunos. Nadie está obligado a mantener más que una relación de respeto, si acaso cordialidad, con la gente que comparte trabajo. Riquelme sí tiene amigos: uno de ellos es Chelo Delgado, por eso quiso estar con él en un momento tan difícil. Otro de ellos es Sergio Gendler, con el que siempre se explica tranquilo en Argentina. Pues que le dejen en paz. Que aquí se le paga por jugar al fútbol. Y de momento, eso lo borda.