Van Nistelrooy es, están avisados, un jugador que acepta muy mal su suplencia. Lo mismo que Ronaldo, vamos. Los dos se pelearán por un puesto en el once: ¡qué maravilla para Capello! Esa lucha será, seguro, fuente de conflicto en los medios de comunicación: se mal interpretarán declaraciones hechas en caliente por el que esa semana haya quedado fuera del equipo, se rectificarán y se buscarán imágenes que reflejen lo mucho o lo poco que se gustan según la política que elija cada rotativo.
Surgirán problemas entre los futbolistas, y se debatirá en la grada: ya no habrá un solo jugador al que poder llamar chupón, ahora ya hay dos. Un segundo aviso: Van Nistelrooy tiene lo bueno y lo malo de Owen. No sabe jugar con otro delantero al lado, entiende que su papel en el equipo le obliga a ser egoísta, a colaborar lo mínimo con la creación. Tercer aviso: en una Liga como la nuestra se notará menos, pero a Van Nistelrooy le han acusado de calentar como pocos a los defensores rivales, de dejarse caer, de fingir lesiones. Un calientapartidos, vamos, algo a lo que nunca hay que hacer ascos. Igual Ruud y Ronie finalizarán la temporada con un mal sabor de boca porque ninguno acabará imponiendo su ley. Sin embargo, y a pesar de ciertos detalles que nos sugieren la decadencia de ambos, acabarán la temporada con números exquisitos. Ese es el plan: tiene todos los visos de que será un quebradero de cabeza para los implicados, pero muy útil al equipo. Y eso es de lo que se trata.