A don Rafael Ballester, innovador

A don Rafael Ballester, innovador

En algún rincón de Cádiz vegeta Rafael Ballester, olvidado de todos. Es un hombre muy mayor, desinteresado de todo lo que no sean las cuatro paredes de su habitación. Ya no se le puede hacer una entrevista. Sólo admite el diálogo con un tal Alzheimer, un señor que no jugó en el Bayern de Munich, pero que siempre está disponible en algún punto entre el Aquí y el Más Allá por si necesitamos compañía en el tránsito. Rafael Ballester no está al tanto, pero el Real Madrid regresa al Carranza, su Trofeo Ramón de Carranza, un viejo y señero torneo futbolístico al que él hizo un aportación de utilidad universal.

Porque fue en el Carranza donde se puso en práctica por primera vez la fórmula de los lanzamientos desde el punto de penalti para desempatar partidos. Tiempo atrás se acudía a fórmulas fatigosas (prórroga o partido de desempate) o azarosas (moneda al aire u otra forma de sorteo). Rafael Ballester, periodista gaditano, propuso a primeros de los sesenta una nueva fórmula: cinco tiros desde el punto de penalti, y una segunda tanda si es preciso. Así resolvía las angustias del Carranza, cuyas semifinales se jugaban veinticuatro horas antes de la final, lo que hacía imposibles las prórrogas y arbitrarios los sorteos.

Fue en 1962 la primera vez que hubo ocasión de aplicarlo, entre el Barça (aún de Kubala) y el Zaragoza (ya de los Magníficos). Ganó el Barça, en segunda tanda. Con el tiempo, las organizaciones oficiales del fútbol asumieron como sensata, práctica y definitiva la fórmula propuesta por Rafael Ballester para el Carranza. Ahora, las tandas de penaltis deciden desempates en todos los torneos, incluso en la final de la Copa del Mundo, y así le ganó Brasil a Italia en 1998. Rafael Ballester no lo sabe, pero usted y yo sí lo sabemos, y eso hace que les miremos a él y a su Carranza con el máximo respeto.

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