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Vamos hacia un tramo final inolvidable

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Schumacher se nos va, pero quiere decirnos adiós desde el trono. De momento, retengamos la fecha: 10 de septiembre de 2006, en el histórico circuito de Monza. Schumacher nos anuncia que se va dentro de tres carreras. Se nos va uno de los grandes de la historia del deporte. Uno de los grandísimos, un verdadero gigante, como lo fueron Jesse Owens, Alí, Pelé o Jordan. Tres carreras para el adiós, tres últimas carreras para ampliar un palmarés terrible: 246 grandes premios con 68 poles, 75 vueltas rápidas, 90 victorias, 153 podios, 4.726 vueltas líder... Y siete títulos del mundo, que ojalá se queden ahí.

Porque ayer se puso ya a sólo dos puntos de Alonso, al que se le fundió el motor. Alonso hizo una meritoria carrera, precedida del berrinche de su retraso hasta el puesto diez en la salida. Otro arbitraje discutible, pero yo no acumularía demasiada manía persecutoria. De hecho, pienso que todo lo que ocurre aquí es que desde la dura (y merecida) sanción a Schumacher en Mónaco se está aplicando ese método de compensación de los malos árbitros de fútbol, y de ahí esa severidad con Alonso. Pero el título no creo que vaya a estar en los despachos. Va a estar en los circuitos, en los tres que quedan.

Va a ser un final grandioso: China, Japón, Brasil. El mito que se va, la estrella emergente que le empuja. Alonso mantiene dos puntos de ventaja, dos de los circuitos que quedan (los dos últimos) le favorecen. Hay que cerrar los ojos a la humareda de ayer, confiar en que no se repita y recordar que aquí el que mejor pilota coches es Alonso, y que contra eso no hay nada. Porque esto sí es un deporte, aunque en un momento de abatimiento haya renegado de ello Alonso. Es un deporte, y un deporte grandioso, con sus avatares, sus azares y sus berrinches. Y este año nos asegura un tramo final maravilloso.