Un par de historias diferentes

Un par de historias diferentes

A Van Nistelrooy le faltan un par de escalones para llegar al nivel de influencia que él quiere tener en la plantilla, pero sabe que es sólo cuestión de tiempo. De hecho, el partido de ayer le ayudará a que su sombra crezca en el vestuario. Parecía al principio que el peso de Raúl le impedía moverse con soltura. Estaba más pendiente de la presión al Barcelona y de no estorbar al capitán. Diarra primero y Robinho después, también Raúl en alguna ocasión, le corrigieron sus movimientos y le pidieron eso que no se consigue con una bronca, sino con horas de entrenamiento: entendimiento. En el Manchester no necesitaba mirar atrás cuando corría en una contra. En el Real Madrid necesita hacerlo todavía. Pero en su gol interpretó perfectamente la carrera de Robinho y, dada la posibilidad, el remate no lo iba a fallar. A medida que creció, con el disparo a la cruceta y un mano a mano con Valdés perdido por el delantero, bajaron las aportaciones de otros: aún queda mucho trabajo por hacer.

Cuando Eidur Gudjohnsen admite, con una honestidad poco habitual para un futbolista, que se nota corto, que le falta fondo físico para jugar al nivel que le exige el juego del Barcelona, en realidad está reconociendo que todavía no está en la misma onda que sus compañeros. Es una cosa más de psicología y velocidad que física. Todavía le sobra un toque, se mueve y no se le ve y nunca se sabe del todo si eso es fallo del que pasa o del que corre. Le falta confianza y se le sigue esperando.