No hacen honor a la expectación...

No hacen honor a la expectación...

La gracia que tiene el ciclismo es que se trata del único deporte en el que las megaestrellas pueden pasar por cualquier sitio actuando como tales. Quiero decir que Óscar Pereiro hoy, como Indurain ayer, Perico anteayer, o cualquiera cuando ustedes quieran poner, pasa por lugares habitualmente olvidados vestido de ciclista, compitiendo, exhibiendo un esfuerzo que a la larga se va a computar para decidir quién ha ganado la Vuelta a España, o el Tour de Francia, o el Giro de Italia. Es un paso fugaz, las más de las veces intrascendente, pero real. Pasan, y son ellos. Desde Berrendero hasta Valverde.

Eso el fútbol sólo lo ofrece en la Copa. Sólo la Copa hace posible que el Madrid vaya a Écija, el Barça a Badalona, el Sevilla a Segovia o el Valencia a El Puerto de Santa María. Eso es bonito y emocionante, porque pone al alcance de quienes habitualmente no pueden disfrutarlos a equipos que por sí mismo son leyendas. Porque donde esté el Madrid está el eco de Di Stéfano, como donde está el Barça está el de Kubala, o donde el Sevilla está Arza, o donde el Valencia está Faas Wilkes. Creo que me entienden. Donde va el equipo va un siglo de proezas, y en estos casos va a lugares donde nunca se le disfrutó.

Por eso deploro que se dejen ir. Deploro, por ejemplo, que el Madrid se quede a dormir en Córdoba, donde por supuesto hay mejores hoteles, en lugar de en Écija, donde los hay no tan excelentes, pero sí dignos y hábiles para pasar una noche. Como deploro el juego desplegado por el Madrid y por sus colegas en la oportunidad, equipos grandes que se presentan con una alineación rebajada, y cuyos jugadores rebajan aún más el entusiasmo. Su visita estaría llamada a ser un acontecimiento para toda una generación de ciudadanos del lugar visitado. Pero ellos no hacen honor a la expectación. Lástima.