Suerte para el Madrid que llovía

Suerte para el Madrid que llovía

No era noche común en la Vega y palanquetas de punta caían sobre el a menudo sequísimo césped de San Pablo. Suerte para el Madrid que no era junio. Cuenta la leyenda que, en aquellos años buenos de Segunda A, el equipo azul se salvaba del descenso cuando la primavera se acercaba al verano, amparado en un calor y una humedad de récord que aparece con crueldad supina por esas fechas. Pero un año de sayo, el 40 de mayo, Écija se quedó sin sofoco y cayó otra vez a ese pozo sin fondo donde aún bracea enredada, la Segunda B.

Ayer, a los ecijanos les dio gusto mojarse y pelear, sí. Beckham se pegaba con la lluvia y con su reciente papel de segundón, sin sitio para sacar los córners en San Pablo, uno de esos estadios que guardan moviola en las azoteas. Y Ronaldo ni la olió, pues el brasileño reserva la grandeza que le queda para otros escenarios más rimbombantes, nunca más dignos que el de ayer.

Porque Nolito puso el gol, su gente la casta y la Galaxia, que se apaga tan inexorablemente, le cedió a este lugar apartado algo del brillo que le queda. Tierra de mezquitas, torres y sol perenne, la historia le debía a Écija una portada de periódico al menos, una de las grandes. Demasiado tiempo sufría este lugar el vivir a mitad de camino entre Sevilla y Córdoba: sin mar, sin autonomía, sin AVE. Anoche tuvo al Madrid, el AVE del fútbol. Pase lo que pase en el Bernabéu, para qué pensar en utopías, Écija volvió a ser grande por un día, a ver fútbol del bueno, a pensar en la Segunda A y, quizá, en soñar con Primera, con ver al Madrid otra vez. Sólo hace falta suerte, y sí, lo saben: una primavera muy, pero que muy calurosa.