Con el barro en los tobillos

Con el barro en los tobillos

Para muchos habrá sido el reencuentro con el fútbol de sus inicios. Para otros, una especie de castigo. Hablo de los jugadores del Madrid porque para el aficionado fue una pesadilla. Villar, toda una lumbrera, ha preferido plegarse a las exigencias de los clubes poderosos antes que mantener el espíritu copero recobrado con las eliminatorias a partido único. Y así queda una cosa descafeinada, como ayer en Écija. No se llenaron las gradas supletorias, no hubo sensación de sorpresa. Por no haber, no hubo ni fútbol. ¿Qué pensaría Beckham cuando mezcló su aroma de fragancia exclusiva con el chapapote?

Si se trataba de dar minutos a los suplentes, maldita la hora, porque aquello se prestaba a lesión en cada lance. Por buscar algo positivo, igual pensando en la famosa piña que apareció tras lo de Getafe, sí vino bien bajar al fango de la Segunda B para que aprendan a valorar el privilegio del que gozan cada domingo. Lo que resultaba de ilusos era pensar que asomaría la agresividad mostrada el día del Barça. Y por esa ausencia de tensión, pudo salir escaldado ante el débil. Sobre el regreso al once de Ronaldo, valorar la porfía constante por hacer gol y su habilidad para no resbalar.