En Heliópolis se acumulan los problemas. El más grave, y de más difícil solución, es el institucional. Sin candidatos oficiales para esas elecciones a la carta impuestas desde Jabugo, Lopera se sigue aferrando a su discurso de 1992 catorce años después. Capítulos semanales en la web oficial ofrecen una imagen de club en decadencia. Todo se agrava con el asunto deportivo. Un equipo sin rumbo, con un entrenador superado por los acontecimientos y que sale del descenso por los deméritos de los contrarios. Los béticos ya no miran a su equipo, sino que rezan porque haya tres peores. Y de momento existe esperanza, pero nadie sabe hasta cuándo.

Ahora aparece el factor lesiones. Odonkor se marcha con su selección y parece que llegará mañana a Sevilla con la rodilla destrozada. Doblas sufre una extraña trombosis venosa. Damiá se marcha a Barcelona a recibir su enésimo tratamiento en la cadera. Los recuperados, como Assunçao, Arzu o Rivas ni aparecen en las alineaciones. ¿Fichajes? Romero y Sobis son los únicos que están jugando de los que llegaron en verano, que fueron ocho. En el Betis no hay plan, pero fichar es una cortina de humo.