Viendo el panorama, no hay Capello que cambie esto

Viendo el panorama, no hay Capello que cambie esto

Ayer pareció que el Madrid jugaba un juego muy antiguo. El fútbol lo es, ya se sabe. Pero el modo en que encaró el encuentro sugirió un planteamiento que carecía de lo que caracteriza la versión moderna de este deporte: dinamismo, ambigüedad en los roles, velocidad. Jugaba Gago a una marcha, el resto de centrocampistas a otra y los delanteros exigían otra más. Los laterales no subían, Emerson no enlazaba con nadie y de Raúl se sabía poco. Cada uno en su casilla. Todo muy antiguo, muy previsible, muy visto.

Así iban ya las cosas cuando a Beckham, que se le vio muy serio en el banquillo, le tocó reemplazar a Guti. Siguiendo instrucciones, pisó la cal como interior derecha y le dijo a Raúl que se pusiera en la posición del lesionado: al capitán le salió del alma un '¿quién? ¿yo?'. El delantero sospechaba, como se vio pronto, que lo que iba a pasar a continuación confirmaría que no era la mejor idea. Se quedó Gago con toda la faena de montar la estrategia ofensiva y parte de la defensiva. Demasiado trabajo. No fue la noche de Capello: se equivocó en lo de Gago, en lo de Ramos, pero también en enviar a Beckham a la banda. Lo corrigió tras el descanso. Le pidió que colaborara con Gago y al inglés le salió la vena responsable: apareció en todas partes, quiso hacer de todo, pero la dinámica del equipo no está para excesos. Faltaban compañeros de pase, carreras por banda, búsqueda de espacios. Hasta la salida de Ronaldo (demasiado tarde) las pocas ideas del equipo se chocaban contra un muro. A todo esto, Van Nistelrooy miraba entre sorprendido y frustrado, como diciendo 'no hay Capello que cambie esto'.