Cuando David Beckham jugaba en el Manchester United se le solía oír una vez por temporada. Más o menos el número de entrevistas que hace Wayne Rooney. Cristiano Ronaldo va a permanecer callado hasta que le interese decir alguna cosa y enfadar a Alex Ferguson. El Madrid aspira a que se llegue a ese extremo, pero aún queda mucho. El entrenador escocés sabe perfectamente cómo manejar la situación, cómo tratar con los medios de comunicación cuando siente que alguien amenaza su reino. Un ejemplo: hace un par de años un periodista de una televisión inglesa le preguntó en una entrevista en directo y tras un partido si tenía ya clara la alineación para el siguiente encuentro, la final de Copa. El intercambio fue así: "Nunca le ha dicho a nadie su once titular, pero el de hoy podría parecerse al de la final". Ferguson calló, miró al suelo y sonrió. El periodista rió nervioso y dijo: "Qué pregunta tan estúpida". "No voy a hacer fácil su trabajo", le respondió Fergie. "No, no, no. Claro, eso sería ridículo. Perdone por haberle hecho esa pregunta", aceptó el periodista.

Uno de la BBC le preguntó por la expulsión de Roy Keane y, como si el del micro fuera el responsable, le gritó, le insultó y se marchó. El caso es que Ferguson puede parecer el hombre más interesante del mundo un segundo antes de ser el peor ogro. Sabe lo que quiere la prensa y sabe cómo no darlo. El año pasado, tras anunciar que estaba harto de que los medios de comunicación "odiaran al Manchester United", abandonó una conferencia de prensa cuando los únicos que habían criticado el juego del equipo habían sido los propios aficionados del Manchester que incluso habían silbado al equipo y a Ferguson. Fergie, utilizando una de sus armas más habituales, la ha tomado con nuestros enviados especiales porque quería dejar claro al Madrid y a Cristiano Ronaldo que el jugador no estaba en venta. Como si la cosa fuera tan fácil...