El Athletic está fracturado y tardará tiempo en soldarse. Esa imagen de unidad tan elegante y loable que ofrece el público de La Catedral en la grada, tragando saliva por el crudo momento futbolístico, no es la misma que se repite en las reuniones de socios. El club rojiblanco no da satisfacciones los domingos, pero tampoco entre semana. Porque, pese a las opiniones encontradas, flota un ambiente de extraña discusión. Podrá haber seguido o no los cursos adecuados el proyecto presentado anoche, pero parecía tan clara la necesidad de un relevo para el viejo e inolvidable San Mamés que mosquean tantas trabas. Con más de cinco mil socios esperando y la entidad tiesa de ingresos para fichar para potenciar un equipo en declive, parecía una temeridad haber puesto tan en duda la idea.

Al final, se impuso la lógica y el Athletic ya tiene su proyecto vital encima de la mesa. Sin la holgura que Mané quiere para la salvación deportiva. Ahora, lo mejor es que se deje trabajar a los encargados del proyecto y que se hable del campo lo justo y en los foros adecuados. Bastante tiene este club con preocuparse del problemón que tiene sobre el césped. Debe remar a favor todo el mundo, porque si hay una necesidad es que el Athletic continúe en Primera. Estrenar este campazo en otra categoría sería la ruina.