Cuidado con atribuirse los efectos

Cuidado con atribuirse los efectos

Sabido es que cuando un equipo en problemas destituye a su entrenador lo que busca es un revulsivo. Ahora bien, como a los dirigentes cada vez les importan más sus traseros y menos sus equipos, muchos equivocan el diagnóstico y yerran en el tratamiento. Fichan técnicos que caigan bien, independientemente de si son los más idóneos. El caso más flagrante es del Celta y Stoitchkov, un técnico que vende tanto humo como camisetas, aunque quien mejor ha entendido su papel es Luis Fernández, que se ha llevado al Betis a un segundo para que entrene al equipo, mientras él se dedica a tener controlado a Lopera y al entorno.

Si me centro en lo que más conozco, Lotina, lejos de ser un revulsivo, se ha convertido en una rémora. Si su planteamiento en Montjuïc le delató, sus aspavientos en La Cartuja estuvieron fuera de lugar, como lo está afirmar que llorará si la Real desciende. Lo que es para llorar es el juego de su equipo, y el de los equipos de Mané, Luis Fernández, Abel... Preocúpense de eso en lugar de echar cuentas y aprovechar esta Liga de tuertos para atribuirse unos efectos que, como los de Bakero la temporada pasada, no sólo fueron ficticios, sino que a la larga son mortíferos.