El otro gran clásico del fútbol español

El Madrid visita San Mamés. Se acercan ya al centenar las veces que ha ido allí, entre Liga, Copa y algún amistoso que también ha caído. Junto al Barça, son los únicos clubes que se mantienen en Primera División desde la creación de la Liga, en 1929. Y nuestro fútbol no siempre ha estado construido sobre la dualidad Madrid-Barça. Hubo largos años en los que el Athletic pesó tanto o más que aquellos. "Para medir de verdad a un futbolista hay que verle tres o cuatro partidos en San Mamés", sentenció una vez Hernández Coronado, singularísimo secretario técnico del Madrid en los años de posguerra.

San Mamés, La Catedral. El fútbol resuena allí de una forma distinta, sobre todo si el visitante es el Madrid. Está desahuciado, caerá bajo la piqueta para dejar sitio a un estadio nuevo, en un espacio contiguo, capaz para más gente y para más comodidades. Pero todo el que lo haya visitado lo mantendrá en su memoria porque sólo en ese campo se siente el fútbol con esa solemnidad mágica e inigualable. Esta noche debería ser así pero, me dicen, los precios, el día del club, el puente y demás van a provocar deserciones. O quizá no. Quizá haya un apretón de última hora. A mí me gustaría. La ocasión lo merece.

No quiero ni pensar que sea la última visita del Madrid a aquel escenario mágico, pero podría ocurrir. En todo caso es un partido dramático para ambos, con el Athletic huyendo de la quema y el Madrid haciendo la goma para alcanzar la cabeza. En medio de todo, Muñiz Fernández, brazo derecho de Díaz Vega, más observado que nunca. Un gran arbitraje vendría muy oportunamente a espantar fantasmas. Abajo, los viejos colores de uno y otro mezclarán bien sobre el tapete verde. Estampa de fútbol añejo, bajo el arco de la tribuna de San Mamés, que bien harían en rescatar para el nuevo campo.