Geografía de andar y ver

Geografía de andar y ver

Calificar a Manuel de Terán (1908-1984) como maestro es tan sólo hacer justicia con su trayectoria vital y profesional alrededor de la Geografía como ciencia. Lo fue por la forma como desarrolló su trabajo y por la fecunda semilla que dejó en forma de brillantes discípulos, uno de los cuales es mi buen amigo Eduardo Martínez de Pisón (juntos, en la imagen). Con Nicolás Ortega (como él, catedrático de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid) ha puesto en pie una excelente exposición sobre Terán, organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la Residencia de Estudiantes en la sede madrileña de ésta. Sus visitantes podrán conocer en profundidad a un humanista de curiosidad sin límites que consideraba la Geografía como una "ciencia de andar y ver" en torno a la cual unió ciencia y cultura creando una escuela que llega a nuestros días. Sus aportaciones al pensamiento geográfico, al conocimiento de la formación de la imagen de la Tierra, al entendimiento de las montañas y sobre todo a la vida cambiante de la ciudad, han sido tan perspicaces como determinantes en el posterior desarrollo de la ciencia geográfica en España.

Terán supo mostrar la intimidad del paisaje, como él mismo dijera, con la única mirada que es capaz de descubrirla: la que lo observa como el rostro de un amigo. En Terán, tan importante como su labor investigadora y pensadora fue su trabajo docente. Inspirado por todo lo que significó la Institución Libre de Enseñanza llevó a generaciones de chicos a "andar y ver", para así tratar de que comprendieran mejor nuestro entorno, esos paisajes "amasados de tierra y de cultura" como él mismo los describiera, parte substancial de nuestra cultura y de nuestra historia. Y además creyó que el deporte contribuía a la formación integral de sus alumnos, y por eso lo fomentaba en un tiempo en el que este tipo de iniciativas eran poco habituales. Escuchando a Eduardo, uno envidia no haber formado parte de esas excursiones a la sierra de Guadarrama tras los pasos y las explicaciones de Terán desentrañando secretos entre las rocas, comprendiendo paisajes y disfrutando del placer del conocimiento. En un país donde los intelectuales siempre han mirado con recelo el deporte (uno de mis poetas preferidos del 98 dijo: "¿Educación física? una cosa que es física no será educativa"), maestros como Terán y Pisón nos reconfortan con el deporte, la geografía, el paisaje y la Educación con mayúsculas. Esa que tanto echamos de menos. Si volviéramos a seguir el ejemplo de la gente de la de la Institución Libre de Enseñanza, y Terán y Pisón, nos iría mejor. No se pierdan la exposición.