Llegamos a la Puerta de Jade

Llegamos a la Puerta de Jade

Se acabó. Ya sé que la mayoría de ustedes pensarán que me refiero a la Liga, pero un servidor acaba de terminar la Ruta de la Seda en moto. Atrás quedan 5.000 kilómetros de duro camino que también lo ha sido de asombro nunca agotado por la belleza de este espacio encrespado y hermoso. Mientras algunos allá se devanan las meninges pensando en el partido con el Mallorca o con el Nástic, yo aquí estoy cruzando lentamente la puerta de Dunhuang, una localidad de Asia Central que ha sido llamada "el Faro encendido" y que era, y lo sigue siendo todavía hoy, la puerta de entrada al imperio chino. Al llegar las caravanas a este cruce de caminos, unas daban gracias a sus dioses, o a la Fortuna, pues habían salido con bien del cruce de las grandes cordilleras de Asia, de los inmensos desiertos y de los bandidos que las asolaban (hoy ya no nos hemos encontrado bandidos por fortuna, si bien el trato recibido en algunos establecimientos hosteleros ha sido francamente escandaloso). Otras, sin embargo, maldecían al diablo y renegaban de su fortuna porque debían prepararse precisamente para ese tramo, el más duro que aún les quedaba por afrontar antes de llegar a su destino.

Son los 5.000 kilómetros que nosotros hemos recorrido a lomos de nuestras monturas, casi tan duras como aquellos formidables y legendarios camellos bactrianos sobre cuyos lomos se encontraron oriente y occidente. Desiertos, estepas, bandidos, el mal de montaña, que Marco Polo nos cuenta que los lugareños creían causado por las cebollas del Pamir, ríos turbulentos, oasis y valles de ensueño. Es lo mismo que hemos tenido la inmensa suerte de haber podido disfrutar durante estos días y espero compartir con ustedes a través de nuestros documentales.

Mucho es lo que se ha transformado el mundo desde aquellos tiempos en los que un viaje como este era sobre todo una aventura. Pero de aquella legendaria Ruta hoy nos sigue quedando su misterio y fascinación. Y los lamentos del poeta chino Lao Tsé, inscritos para la posteridad en la Puerta de Jade, cuando se dirigía al destierro por todo aquello que perdía. La Ruta de la Seda sigue siendo una ruta de intercambio de comercio, cultura y civilizaciones, hoy incluso en mayor medida que antaño. Y hoy se puede recorrer porque, como en tiempos de Marco Polo, hay un imperio ascendente y poderoso, en la actualidad la República Popular China, que impone su ley y su seguridad. No deben perderse amigos el partido del Mallorca, pero me permito sugerirles que cuanto antes vengan también a recorrer la Ruta de la Seda.

Sebastian Álvaro es el director de 'Al Filo de lo Imposible'.