Ramón Calderón, año primero

Ramón Calderón, año primero

Llevo más de cincuenta años al servicio del Real Madrid de muy diversas formas y he conocido y colaborado con todos los Presidentes desde Don Santiago Bernabéu y reconozco que nunca he vivido una presidencia como la de Ramón Calderón. El dramatismo y las presiones de todo tipo que han marcado el primer año de su mandato no tienen precedentes en la historia del Club. A Calderón sencillamente se le ha negado el pan y la sal desde el primer momento. Por ello tiene mas mérito el estoicismo, aparente o no, que ha mantenido desde el principio y la firmeza de su línea de conducta a partir de un determinado momento, que él sabrá cuándo surgió, porque hay que reconocer que durante el principio de su adolescente presidencia dio más de un traspié.

Es posible que la experiencia acumulada y sufrida durante estos meses, además de acentuar su pelo blanco, le pueda servir para formarse como futuro Presidente histórico. Calderón, recién salido del tsunami electoral y no repuesto de su brutal impacto, tuvo que empezar a cumplir sus promesas electorales y a tomar decisiones trascendentales sobre la marcha, como la despedida de Ronaldo, a mi juicio el factor más decisivo en la consecución del título de Campeón de Liga, cosa que con Ronaldo habría sido imposible. Algunas promesas las ha cumplido, como llevar el equipo a Cibeles, y otras no, como fichar a Kaká, aunque yo creo que finalmente lo traerá aunque sea para ingresarlo en una residencia para la tercera edad, porque las promesas hay que cumplirlas.

Un Presidente del Real Madrid no puede serlo simplemente para vegetar en un puesto de tal magnitud social y mediática, ni siquiera solamente para intentar que el equipo gane las competiciones. El Presidente del Real Madrid, como todo aquel que ocupe ese cargo, debe aspirar a crear una impronta, un mandato histórico que permanezca a través del tiempo en la memoria y en las efemérides del Club. Y los proyectos que Calderón está exponiendo, si se cumplen, siguen esa línea. Pero para mí, lógicamente, una de las cosas que me han gustado es su decidido y firme apoyo a la sección de Baloncesto, apoyo incondicional y exento de tibiezas precedentes enmascaradas en el recurrente argumento de no querer ser el Presidente que se la carga.