Sigo sin entender la fiebre Hamilton que se ha desatado. Parece que al personal se le ha olvidado que el campeón del mundo de las dos últimas temporadas tiene nombre y apellido: Fernando Alonso. Ahora resulta que el chaval es un fenómeno, y se olvida que hasta que llegó nuestro paisano a esa escudería, McLaren era un desastre. Los sabios consejos de Fernando, el rigor, la sapiencia, el espíritu de trabajo y su genialidad han permitido que hayan mejorado ostensiblemente sus prestaciones, y ahora Ferrari incluso parece una pandilla de principiantes. En Inglaterra la llegada de Hamilton ha sido un soplo de aire fresco y han puesto su maquinaria a funcionar para levantar un pedestal en alguien que simplemente es una promesa de futuro.

Dentro de mi ignorancia sobre las cuestiones de motor, cada día estoy más convencido de que me lo voy a pasar bomba cuando Alonso se vaya a Ferrari. Mi consejo de neófito es que no entre al trapo de las provocaciones, que se dedique a recortar puntos, que sume su tercer cetro mundial y que a final de campaña escuche las tentaciones de los italianos. Los españoles teníamos que estar orgullosos de que el mejor deportista del mundo sea de nuestra tierra. Si quieren una larga lista de agravios de McLaren hacia Alonso disfruten con las crónicas de cada gran premio de Carlos Miquel. Me encanta levantar los celos del personal cuando los mejores son españoles y, que nadie lo dude, Fernando Alonso será una leyenda de este deporte. Si ya fuera del Atlético sería perfecto.