Siguen cayendo más Simpson

Siguen cayendo más Simpson

La muerte de Tom Simpson, de la que mañana se cumplen cuarenta años, no fue la primera ocasionada por el dopaje. Rebuscando, encuentro que Bernardo Marín, catedrático de fisiología humana y autor del libro Dopaje en el Deporte, sitúa la primera víctima en 1896. Los hechos sucedieron en la clásica Burdeos-París. Arthur Linton, ciclista británico, fue el vencedor tras neutralizar los veinte minutos que le sacaba Riviere a cien kilómetros de la meta. Marín recoge que la remontada de Linton se debió a una ingestión de estimulantes. Poco después, Linton murió. En aquellos años ya hay referencias al consumo de fármacos de la época por parte de deportistas: estricnina, arsénico, nitroglicerina o azúcar saturado de éter.

Entre Simpson y Linton pudo haber decenas de víctimas. Algunas están documentadas. Pero hasta que no murió Simpson, nadie tomó conciencia de lo que estaba sucediendo. Fue una muerte televisada en directo. Y allá donde no llegaba aún la televisión, llegaron las dramáticas fotos. El dopaje mataba. Se establecieron los controles antidopaje. No valieron de mucho. De inmediato aparecieron los druidas para camuflar los fármacos en los controles. Pero si fueran sólo esas las consecuencias, su presencia sólo sería un mal menor. El problema es que todos los años sigue cayendo gente como Simpson, sobre todo ex deportistas que mueren prematuramente o se suicidan. Por haber dejado a esos druidas llegar demasiado lejos.