¿Qué hacía aquel día?

¿Qué hacía aquel día?

Los grandes acontecimientos suelen dejar huella en nuestra memoria. Hasta tal punto, que con el paso del tiempo somos capaces de relacionarlos con nuestra cotidianeidad. En nuestras conversaciones nos preguntamos: ¿dónde estabas cuando murió Franco? O también: ¿qué hacías cuando se derrumbaron las Torres Gemelas? Y casi todos tenemos clara la respuesta. Pues algo así ocurre con aquel mágico domingo de agosto para los aficionados al deporte, porque fue cuando España empezó realmente a existir en un ambiente tan exclusivo como distante para nosotros hasta entonces.

Yo recuerdo que apenas podía creer que aquello hubiera ocurrido. Sí, lo había visto, lo había vivido con una emoción y un nerviosismo indescriptibles, pero me seguía pareciendo increíble. Por fortuna, no lo era. Muy al contrario, se trataba de una evidencia que venía a confirmar que lo de aquel chavalín tampoco era un espejismo ni una circunstancia pasajera. Alonso había llegado a la Fórmula 1 para quedarse. Y no como un mero comparsa o una nota exótica en la parrilla (que así nos veían entonces muchos en los grandes premios). Estaba allí para hacer historia... y vaya si la hizo.