No me terminó de convencer el Atlético. No tanto como para decir que hizo un gran partido en el Bernabéu. No jugó mal y sin rendir a un altísimo nivel tuvo incluso ocasión de empatar hasta el último segundo de partido. Eso es cierto. Y también que la afición madridista no pudo darse un respiro hasta que el colegiado pitó. Los de Aguirre dejaron una buena sensación, pero nada más acabar el partido el vestuario rojiblanco fue unánime. Todos los jugadores se marcharon del recinto blanco con la idea de que pudieron y debieron hacer algo más. Con un pelín más, el Atlético no se hubiera marchado de vacío del Bernabéu. Por lo demás, el derbi dejó algunas interrogantes: ¿Qué le pasa a Leo Franco? ¿Por qué Pernía defiende tan mal? ¿Por qué el equipo dio la sensación en algunas fases del partido de ir como con el freno echado?

Algunas dudas también atañen al banquillo. Simao no jugó un buen partido, pero justo cuando le estaba empezando a coger el truco al encuentro, y justo cuando empezaba a meter a Sergio Ramos en su área, fue cambiado. Parecía una sustitución establecida desde el principio. En el club existe cierta preocupación por la baja forma de Maxi, que ha empezado sin chispa, sin frescura. Cuando la tiene es un jugador diferente, mortal porque tiene calidad en su pegada. Tampoco estuvo bien Forlán. Cualquiera podía haber sido cambiado. ¿Por qué no salieron Mista o Luis García? Se supone que tienen categoría para darle guerra al Madrid. Y no salieron cuando parecía que se necesitaba algo para intentar ganar el partido. Luego, ya para empatarlo. Existe buen equipo, pero también es verdad que hay que trabajar mucho. El Atlético no se va a encontrar en Liga muchos equipos como la Vojvodina. El Real dio el primer aviso de lo que es el campeonato.