Un paso con efectos secundarios

Un paso con efectos secundarios

Ciertas decisiones en apariencia ventajosas para el ser humano suelen acarrear efectos secundarios indeseados. Verbigracia: los hijos; está instalado en el acervo popular que son una bendición, que de alguna manera es lo que toca para sentir que uno ha pasado por la vida dejando algo, pero luego esos locos bajitos se convierten en una condena hasta que alcanzan la mayoría de edad y se van de casa, que en el caso de los españoles ronda los 35 años. Otro avance que puede tornarse un dolor de muelas es, por ejemplo, la compra de un coche: amén del timo de los anuncios de la tele, donde los carros aparecen siempre en carreteras donde no hay nunca nadie (¿qué países serán esos?), en cuanto uno saca el vehículo del concesionario ya ha perdido dinero, por no hablar de la retahíla de multas y otros malos rollos derivados de los paseos.

Ronaldinho tomó ayer una decisión que acarrea una ventaja para él, pero que podría tener consecuencias no deseadas para el Barcelona. La obtención de la nacionalidad española por parte del brasileño abre una nueva etapa en su carrera. Ronaldinho ya no ocupa plaza de extranjero y, además, puede echar mano de la normativa de la FIFA para poder marcharse al club que le dé la gana cuando acabe esta temporada, en virtud de su estancia de cinco años en el Camp Nou. Si Joan Laporta, Ferran Soriano y los otros que le prometieron aquel contrato delirante hasta 2012 quieren sacar una buena tajada por su traspaso deberán darse prisa; les quedan cuatro días. De lo contrario, a la vista de los movimientos del hermanísimo Roberto de Assis, será Ronaldinho quien se llene (más) los bolsillos cuando, por fin, recale en el Chelsea.