Una bala que vive del desmarque

Una bala que vive del desmarque

La explosión de Joseba Llorente ha sido tardía, pero a tiempo. Ahora que el fútbol vasco carece de una referencia ofensiva de garantías, el cohete de Hondarribia está ahí para explotar sus virtudes: decisión, olfato goleador y, sobre todo, sacrificio sin balón. Destacó por muy vertical en las categorías inferiores de la Real Sociedad, pero no terminaron de creer en él. Vio la luz en su segunda cesión al Eibar, donde promesas como Xabi Alonso, Silva o Iraizoz recibieron una lección clave de humildad para convertirse en figuras. Fue de la mano de su actual técnico, Mendilíbar. Los armeros completaron la mejor campaña de su historia con Llorente como estilete.

Curiosidades de la vida, Mendi no se lo llevó al Athletic, bajo la esperanza de que el otro Llorente, con más fama y menos cuajo, diese una alternativa de fuste a Urzaiz. Lo cazó el Valladolid y en Bilbao prefirieron a su primer compañero de ataque, Aduriz. Joseba estaba en la lista de refuerzos de Mané y de Caparrós. Macua gastó muchos euros en recuperar a Ocio, Iraizoz, Del Horno. Antes Urkijo había fichado a David López. No había caja para pagar los cinco millones de cláusula. De ahí que negociaran con Ezquerro. Llorente fue tentado in extremis, pero para entonces ya tenía pactada su revisión de contrato. Hoy tirará no menos de 40 desmarques.