El Madrid tiene un dios aparte

El Madrid tiene un dios aparte

Tomo la frase prestada de Morete, buen delantero de Las Palmas allá por los setenta. La dijo, indignado, después de un partido en El Insular que resultó parecido al de ayer: muchas ocasiones de Las Palmas y victoria final del Madrid. Pero lo de ayer fue mucho más que aquello. Cómo el Getafe no marcó al menos tres golitos con tantas llegadas es algo misterioso. Alguna de las jugadas (particularmente la del toque de Uche para salvar a Casillas que se escapó por el primer palo) escapa a las explicaciones de la física newtoniana, que rige nuestro mundo cotidiano. Entra de lleno en el mundo de la parasicología.

El Madrid fue una calamidad. El encanto de los primeros partidos (ante el Atlético y en Villarreal) se ha ido esfumando y, aunque sigue líder, el aficionado blanco se llena de dudas, mientras ve al Barça galopar a lomos de Messi. Me temo mucho que Schuster se está embolicando con las rotaciones. El equipo le apareció muy rápido y quizá pensó que no era preciso dejarlo fraguar. Además, tiene una plantilla muy larga y detesta tener ociosos. Y mete a todos los que puede. Y los mete un poco al buen tun-tún y con eso no les ayuda, sino lo contrario. El equipo se desajusta y todo el mundo da su peor versión.

Bueno, todo el mundo, no. Suelen salvarse Raúl, Casillas (y su ángel de la guarda), Sergio Ramos y Guti. Del resto, hasta Sneijder se resiente del vaivén y se pierde. Y todos se arrugan hasta el extremo de la segunda parte de ayer, en la que, acobardados en el fondo de la cuesta, tiraban punterazos hacia arriba lo más lejos posible. El balón volvía y volvía y llegué a ver a Casillas sofocado, sin aire, resoplando por tanta actividad, tanto vuelo, tanta costalada, tanto pelotazo a las costillas. El Madrid sigue líder, pero pierde crédito a chorros. El Getafe es penúltimo, pero ayer mereció golear. Fútbol es fútbol.