El Mundial de Suráfrica 2010 ya ha dado su pistoletazo de salida. Al margen de la bonita ceremonia celebrada en Durban, actuaciones musicales incluidas, la verdad es que existen muchas dudas sobre la organización. La FIFA oficialmente no se moja, pero en su Comité de seguimiento hay enfado por el desfase de obras tanto en estadios como en otras infraestructuras del país africano. Blatter y sus hombres han dado un tirón de orejas al comité local para acelerar el ritmo, aunque otros apuntan a que el asunto va más en serio. Nadie quiere hablar de ultimátum, pero es lo que flota en el ambiente cuando quedan 31 meses para su inicio. ¿Dará tiempo a concluir todo? Ésa es la pregunta que se hace la FIFA, a la cual no le han convencido demasiado las explicaciones surafricanas sobre la huelga de la construcción como motivo de todos los males.

Antes del sorteo, el hombre fuerte del Comité, Danny Jordan, se reunió con Blatter y Hayatou, el presidente de la CAF, para empeñar su palabra de que todo se hará en la fecha prevista. "Nos jugamos mucho aquí", afirmó Hayatou. Para colmo, entre los surafricanos tampoco ha crecido el favor por el fútbol. Una reciente encuesta de un diario de Johannesburgo confirmaba que los aficionados prefieren el balón oval al redondo. Y las cifras sobre inseguridad ciudadana y sanitaria no mejoran. Muchos en África se acuerdan de aquella elección de sede en Zúrich cuando Marruecos no ganó por tres polémicos votos en la ronda final. Ahora Suráfrica se la juega.