La suplencia más incómoda

La suplencia más incómoda

Vive Asier Del Horno una coyuntura anómala. La suplencia nunca es plato de gusto, pero en su caso concurren factores que multiplican la sensación de incomodidad. Al fin y al cabo, se trata de un futbolista cuyo nivel teórico se halla por encima de la media, aspecto que vendría certificado por la trayectoria descrita desde que debutase en el Athletic siendo un crío. Alcanzó la categoría de internacional, llamó la atención del Chelsea, uno de los tiburones del panorama mundial, y finalmente recaló en el Valencia, que tampoco es un equipo cualquiera, con un contrato de estrella, en temporadas y en dinero. El Athletic, metido en grandes dispendios para tratar de superar una crisis deportiva, pensó en él como un refuerzo de garantías para una demarcación expuesta a la polémica, pero su llegada no ha servido sino para alimentar el debate.

Una preparación estival insuficiente y la prisa de Caparrós por explotar sus contrastadas virtudes, están en el origen de la curva descendente que ha trazado en los tres meses que lleva vestido de rojiblanco. Los problemas físicos le han marcado y a su vera ha crecido un tal Koikili, otro fichaje pero de muy distinto calibre sobre el que planeaba un razonable escepticismo. Sucede que el teórico suplente ha disipado las posibles dudas con una disposición y valentía que le han valido el reconocimiento del técnico y de la afición. El afianzamiento de Koikili es un aliciente extra para un Del Horno que necesita reivindicarse y volver a ser el que fue.