Amundsen, Scott y el Polo Sur

Amundsen, Scott y el Polo Sur

Nunca he conocido a nadie que se haya visto tan diametralmente enfrentado a sus deseos. Desde niño he soñado con llegar al Polo Norte y heme aquí en el Polo Sur". Hace poco más de 96 años que Roald Amundsen pronunció esta frase justo en los 90º Sur, un lugar que nunca antes había sido pisado por un humano. Y sin embargo, la victoria del equipo noruego liderado por Amundsen apenas tuvo que ver con la veleidosa fortuna. Se basó en una correcta evaluación de los problemas y a una planificación rigurosa. Además el líder poseía experiencia, era valiente y sus decisiones se demostraron acertadas en casi todas las expediciones que acometió.

La suerte corrida por Scott y sus compañeros fue, desgraciadamente, muy diferente. Los británicos pagarían caro una sucesión de decisiones erróneas. Pero no pueden compararse sin más las dos expediciones que competían por hacerse un lugar de honor en el territorio de los elegidos. En primer lugar, Scott y Amundsen son dos líderes distintos: Amundsen, frío y metódico; Scott, inseguro y sensible. Mientras que a Amundsen y sus compañeros les arrastraban los perros, los británicos arrastraron ellos mismos los trineos. Además Wilson, el lugarteniente de Scott, persigue finalidades científicas. El Polo Sur, a salvo de la curiosidad de los hombres desde el origen de los tiempos, va a ser visitado dos veces en el transcurso de unos días. La visión de la tienda dejada por los noruegos treinta y cuatro días antes fue la última de las decepciones de la expedición británica. La fotografía de los cinco expedicionarios con la bandera británica es un documento histórico pero, antes que nada, un estudio psicológico, que refleja la patética imagen de la derrota y la infinita tristeza de aquellos hombres cansados, sin nada por lo que luchar ya.

Las últimas palabras escritas por Scott son más una súplica que una queja: "Viernes 29 de marzo. Afuera, delante de la puerta de la tienda, todo el paisaje es una terrible ventisca. Resistiremos hasta el final; la muerte ya no puede estar lejos: es una lástima, pero no creo poder seguir escribiendo. R. Scott. Por el amor de Dios, cuidad de nuestras familias". Y luego, donde había escrito, "envíen este diario a mi esposa", con espantosa claridad, lo sustituye por "mi viuda". Así entran en la leyenda. Y es entonces cuando Scott logrará vencer a Amundsen. Es la historia de unos hombres que en busca de la gloria dejaron todo, hasta la vida. Una de esas historias que, como escribió Stefan Zweig, "es la más grandiosa tragedia de todos los tiempos, la que, de cuando en cuando, logra crear algún poeta, y la vida miles de veces".

Sebastián Álvaro es director de Al Filo de lo Imposible.