Del Santiago Bernabéu a La Romareda

Del Santiago Bernabéu a La Romareda

El Madrid respira tras ganar, un poco a trancas y barrancas, al Espanyol. Fue de menos a más, al revés que su rival catalán, pero salvó los puntos, se acuesta otra vez a ocho, mete presión al Barça y deja un poquito lejos el tremendo chasco ante el Roma, que lo fue, tanto o más que por la eliminación, por el mal juego. Pero su fútbol de ayer no fue aún el de un líder, no fue el de un campeón. ¿Lo volverá a ser? Quizá, si sigue recuperando jugadores. Pepe ya es él, Sneijder reapareció, Robinho aún anda corto, pero cogerá la forma, cualquier día vuelve Van Nistelrooy. Mientras, los puntos son buenos.

En todo caso, Schuster corrigió errores con respecto al partido ante el Roma. El equipo tuvo un dibujo más lógico, con Higuaín, que anda nervioso pero que cazó un golito para tranquilizarse, y con los laterales jóvenes, que le dan algo más de aire atacante. Con todo, el Madrid sólo fue de verdad mejor que el Espanyol muy al final. Flojo partido con el gol doscientos de Raúl como lazo para decorarlo. Gol de penalti, pero gol. Penalti justo, además, y del que el propio Raúl fue la víctima. Poco más hizo, pero su constancia le mantiene ahí y sus números, envidiables, siguen mejorando y redondeándose.

Donde se vio fútbol fue en La Romareda. ¡Qué partido! El Atlético, desde luego, no está de suerte: ha sido justo cuando le tocaba visitar aquel campo cuando el Zaragoza se ha sacudido la mufa y ha roto a jugar con entusiasmo y con el nivel propio del talento de su plantilla. Movido por Matuzalem y Óscar, el Zaragoza espantó en una sola noche todas las sensaciones lúgubres que le acompañaban desde hace poco. El Atlético no fue menos y el resultado fue un partido de toma y daca espectacular por ritmo y brillantez. Pudo ganarlo cualquiera de los dos. En realidad, lo ganamos todos. Lo ganó el fútbol.