La conveniencia de la Liga de Promesas

La conveniencia de la Liga de Promesas

Anda por ahí dando vueltas el proyecto de una Liga de Promesas, que permitiría una actividad nueva y distinta a los jóvenes de nuestros mejores equipos. Enrolaría a jugadores Sub-23, con permiso quizá para que jugaran tres por encima de esa edad (lesionados en recuperación, suplentes necesitados de actividad...). Se trataría de hacer tres grupos de catorce equipos (42 es el número de clubes de la Liga Profesional, entre Primera y Segunda) para jugar otras tantas liguillas, con viajes no demasiado largos, seguidas de una fase final con los mejores, en busca de un campeón. Sobre esa idea se trabaja.

Tengo que decir que me gusta. Solemos preguntarnos por qué nuestras selecciones menores ganan tanto y nuestra selección mayor gana tan poco. Hay un salto en el que se nos pierden muchos jugadores, ese salto entre el fútbol juvenil y el profesional en el que se encuentran con una competencia desigual con fichajes extranjeros que tienen experiencia, cartel y padrinos, que son aquellos que los han fichado. Esa criba sólo la salvan los muy buenos y que además tienen mucha suerte. Una gran mayoría naufraga ahí, pierde las posibilidades de evolucionar, desarrollarse, progresar. Y se quedan.

Esta Liga les daría cartel e importancia, haría que nos fijásemos en ellos y retrasaría, hasta que estuvieran más formados, su salto a la competencia en el fúbol de verdad adulto y profesional. Inglaterra e Italia tienen modelos así y resultan. Por esa vía progresó Cesc, por ejemplo. Hará falta generosidad por parte de muchos, habrá que cambiar la forma de ver hasta ahora los filiales, habrá que discutir si se admiten o no extranjeros, y cuántos, habrá que camelar a las televisiones para que se encariñen con esto. (No me parece difícil). Sólo es un proyecto, pero merece la pena mirarlo con cariño. Lo necesitamos.