Marcelino: inexplicable decisión

Marcelino: inexplicable decisión

Vaya por delante, una vez más, mi admiración a Marcelino, figura clave y vital de la extraordinaria temporada del Racing. Ahí no hay ninguna duda, sólo elogios. Por cómo ha exprimido el máximo posible a cada jugador y al propio equipo. Un diez. Con menos es imposible hacer más. Un pedazo de entrenador. No descubro nada, ni soy original. Hasta aquí la zanahoria. Ahora el palo. Es de cobardes lo que ha hecho, así de claro. Siento ser tan directo, pero es lo que siento. Y miren que me cae bien el de Careñes, es un buen tipo, pero eso no debe tapar la realidad: se marcha porque tiene miedo a la próxima temporada, a no cumplir las expectativas, a no poder asegurar los éxitos. ¿Y quién lo asegura? ¿Quién tiene una varita mágica? Nadie. De ahí la grandeza del fútbol.

Me ha decepcionado el asturiano, creí que era valiente, capaz de asumir retos, de luchar hasta el final..., pero no, se tira el primero del barco. Todos entendíamos, absolutamente todos, el que quisiera entrenar a un equipo con mayores recursos, con más posibilidades, es ley de vida. Nadie le hubiese reprochado nada. Pero una vez desechada cualquier posibilidad de entrenar a un grande y sin tener ninguna otra oferta, no entra en cabeza humana rechazar a tu propio proyecto, a un gran contrato, a un club que te da la posibilidad de hacer y deshacer, a una afición entregada... ¿Para qué? ¿Para luego firmar por el Zaragoza en Segunda? Sencillamente, inexplicable. Salvo que todos nos equivocamos, y Marcelino lo sabe. Ha sido cabezón hasta el final.