Ferguson tiene mucho que callar...

Ferguson tiene mucho que callar...

Es absurdo querer pontificar en la jungla del fútbol porque, tarde o temprano, todos sus protagonistas han sido Tarzán, Jane o Chita según las circunstancias. Sir Alex Ferguson lleva camino de acabar como Jonnhy Weissmüller, que terminó abducido por su personaje mientras paseaba solo por los bulevares de Hollywood imitando el famoso grito tarzanesco que le hizo pasar a la historia del cine. El sargento escocés presume de ser casto y puro, pero todos tenemos un pasado, por más que nos pese. Y Fergie pecó varias veces, siendo reiterativo y faltón sobre todo en el caso de Hargreaves. El Bayern desconocía que al canadiense le habían llevado a ver los campos de entrenamiento del Manchester. Contrato apalabrado y derechos de imagen negociados. Y el Bayern, sin olerse la tostada. ¿Cómo se atreve Ferguson a catalogar la moralidad del Real Madrid, que ni siquiera ha hablado personalmente con Cristiano Ronaldo?

Lo saludable y ético sería imponer una normativa por la cual los clubes implicados se vieran obligados a negociar entre ellos cuando se trate de un traspaso de un jugador. Pero nadie lo hace así. Primero, tantean al crack a través del agente, que es el que termina decidiendo el futuro del chico. Si dice "sí", los siguientes pasos son guerra fría con el club que te paga, declaraciones cada vez menos ambiguas y, finalmente, órdago obligando a fijar un precio para que le vendan. No es lo ideal, pero Ferguson ha sido el primero en morder la manzana del diablo...