Ni tanto unos ni tan poco los otros

Ni tanto unos ni tan poco los otros

Ni una cosa ni la otra. Ni Hamilton es tan superior, ni los pilotos de Ferrari tan lentos como se pudo ver en Hockenheim. Si bien comparto la idea de que en Ferrari se necesita un revulsivo a nivel humano -dentro de los coches- no sostengo que tanto Massa como Raikkonen se hayan olvidado, a la vez, de pilotar para ganar. Está bien, uno puede tener un fin de semana negro, pero los dos, no me lo creo. Los coches rojos eran netamente inferiores en Alemania a los plateados. Es más, diría que los McLaren estaban lejos, muy lejos. Y el de Hamilton, mucho más que el otro, ya que Kovalainen no estuvo a la altura del británico, aunque así y todo, llegó a superar a algunos rivales con una seguridad sorprendente. Como si llevara algún extra en su coche.

No pretendo referirme con ello a esas palas suplementarias que hay en el volante del monoplaza de la escudería anglogermana y que han despertado muchas suspicacias entre sus rivales. No quiero, desde luego, sugerir que la escudería de Ron Dennis pudiera estar haciendo trampas. Sólo digo que ese coche va mucho mejor que los demás. Va como un tiro y, como remate, Lewis Hamilton lo sabe aprovechar al cien por cien. Sale, entra, gira, tracciona y se endereza mejor que ninguno. Pilotarlo debe ser un placer para el hombre en que fue pensado su diseño. Recalco que no quiero decir nada más que eso. Ya se sabe que en la Fórmula 1, cuando no tienes un buen coche, no eres nadie. Pregúntenle a un muchacho de Oviedo si eso no es así...